Ser de cuna

Por fin he acabado la cuna.

Casi ni recuerdo cuando empecé a construirla, pero sí tengo muy presente aun lo que me movió a hacerlo. Busqué y busqué por las tiendas todos los modelos que encontré, pero a unas les faltaba algo, de otras no me gustaba la forma, o el color, o simplemente el ruido que hacían al mecerse.

Después comencé a recorrer carpinterías y fábricas, busqué diseños y antigüedades, pero ninguna me servía. Incluso cuando intentaba explicarlo al ebanista, o empezaba a dibujarla en un papel, ni palabras ni dibujos lograban describir lo que quería, pero sí mantuve la intuición de saber que llevaba dentro el modelo que buscaba.

Cuando por fin comencé a construirla por mí mismo también supe que nunca la hubiera encontrado, pues parte de lo que esperaba hallar era precisamente aquello que transmite el artesano al objeto. Ese enlace y cualidad invisibles que les une, a uno por la dedicación y cariño que pone en el empeño, y al otro porque forma parte de su propio nacimiento y construcción.

No ha sido fácil tampoco, pues nunca me enseñaron como hacer una. Por muy sorprendente que pueda parecer ya que resulta increíble la cantidad de cosas que me enseñaron mucho más inútiles. ¿Qué es más importante que aprender a construir una cuna?.

Tampoco fue fácil buscar los materiales, porque no todas las maderas o tornillos sirven para construirla. A unas les falta peso, y otras son muy rígidas, algunas eran frágiles, y otras se estropeaban con la humedad o el calor. Ciertos tornillos sobresalían, y otros se hundían en la madera.

Al final seleccioné los componentes perfectos. Los listones eran duros pero al mismo tiempo flexibles y con un tacto muy suave. Me encantaba acariciarlos mientras imaginaba su futuro. Los tornillos soldaban perfectamente las piezas, sin dañarlas, y no torcían su rumbo cuando encontraban dificultades y nudos en su camino. Sus cabezas, redondeadas, parecían extensiones de la pieza que atravesaban, y no solo evitaban arañazos y roces, sino que pasaban a aportarle un estilo propio a las uniones y al conjunto.

No fue hasta que empecé a darle forma a cada pieza cuando todo empezó a tomar sentido. Esa vocecilla en mi interior que dudaba de mi obsesión fue acallándose porque cada movimiento de mis manos, del cepillo, de la sierra o del berbiquí estaba firmemente dirigida por aquella intuición que hizo que todo el proceso comenzara.Hoy ya puedo mirarla y saber que esto era lo que quería desde el principio. Frustraciones, rechazos, impotencia y dudas han quedado en el pasado, y por suerte ni siquiera han llegado a tocar la cuna aunque en muchos momentos amenazaran con destruirla. Esa ilusión la ha protegido mágicamente de cualquier mancha, y desde cualquier ángulo que la mire, puedo ver el brillo del cariño y amor con que está barnizada y protegida del paso del tiempo.

Mi alma se ha hecho cuna, y solo espera recibirte y protegerte de cualquier mal, acunarte para darte la tranquilidad que evoca esa inocente sonrisa en tus labios y acompañarte dulcemente en tus primeros sueños.

Convertirse en la fuerza que acompañará tus pasos una vez que ya no me necesites…

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